“Al principio les pagaban una Libra esterlina por cada "par de orejas" de indio que entregaban. Que como entre los cazadores había algunos demasiado blandos de corazón, que a veces se conformaban con cortar las orejas a sus víctimas sin matarlas, y como los "patrones" se apercibieran de la trampa por haber visto algunos indios desorejados se cambió el sistema y desde entonces no se pagaba la libra esterlina, sino a cambio de la cabeza, los testículos, los senos o algún otro órgano vital de eso que constituía la "gran caza" de la Patagonia”
El genocidio selk'nam en Tierra del Fuego fue el perpetrado contra los habitantes originarios de la Patagonia entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Los selk’nam tuvieron un trágico final. Tras cientos —quizás miles— de años de vida seminómada, hacia fines del siglo XIX la isla concitó el interés de las grandes compañías ganaderas. La introducción de las estancias ovejeras creó fuertes conflictos entre los nativos y los colonos europeos y chilenos, que adquirió ribetes de guerra de exterminio. Las grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada selknam muerto, lo que era confirmado presentando manos u orejas. Las tribus del norte fueron las primeras afectadas, iniciándose una oleada migratoria al extremo sur de la isla para escapar a las masacres. En busca de alternativas a la matanza, en 1890 el gobierno cedió la isla Dawson, en el estrecho de Magallanes, a sacerdotes salesianos que establecieron allí una misión, dotada de amplios recursos económicos. Los selknam que sobrevivieron al genocidio fueron virtualmente deportados a la isla, la que en un plazo de 20 años cerró dejando un cementerio poblado de cruces. Ni un solo selknam sobrevivió a la pérdida de la libertad.